Expandiendo nuestra visión del entretenimiento

A lo largo de nuestra vida, nuestro paladar va cambiando y evoluciona conforme nuestras experiencias culinarias se enriquecen con los platillos y antojos que descubrimos en nuestro día a día. Y eso puede suceder incluso en el mismo día o de un momento a otro, ya que se puede degustar alta cocina por la mañana y a media tarde la botana más común que uno pueda encontrar.

Me gusta pensar que con el cine y los contenidos audiovisuales sucede lo mismo. Y eso, al menos desde mi perspectiva, permite a las audiencias enriquecer su acervo cultural y expandir horizontes, que suelen estar monopolizados por prejuicios de lo que es “bueno” y lo que no lo es.

En este punto suele aparecer una frase que personalmente evito por su falta de sentido, pero que ilustra de manera directa el escrúpulo que tenemos ante lo que consideramos de mala calidad, básico o vulgar: “guilty pleasure” o “gusto culposo”.

Bajo este calificativo podría enumerar un sinfín de películas, series, canales de YouTube e incluso creadores de contenido que, si dejáramos que nuestros prejuicios y el miedo a la crítica se impusieran, quedarían excluidos de nuestras vidas, junto con las risas, perspectivas y cultura que aportan. Aunque aparentemente banales, estas opciones agregan sazón y hacen más llevadera la rutina en la que muchos vivimos.

Una serie de mi agrado y que pudiera ostentar esta descripción es “Emily en París”. Su narrativa es sencilla, sin pretensiones y en especial me agrada la manera poco realista en que la protagonista resuelve sus problemas. Una serie ligera para olvidarse un poco de los problemas que nos angustian.                                                

Por otro lado, la producción de cine nacional en la última década se ha plagado de comedias románticas, y es aquí donde entra un título que, a pesar de sus detractores, críticas o desatinos, he disfrutado. Podría considerar a “Cindy la Regia” como una antecesora cinematográfica de “Emily en París”; la historia de una joven regiomontana con la ilusión de cambiar su vida en la gran ciudad y que rompe con lo establecido por su entorno. Una película con vistas a pasar un rato de desastres y sin aflicciones

El “gusto culposo” es posiblemente el que más se disfruta. El que, a pesar de las opiniones ajenas, perdura porque es genuino y aunque se pueda llegar a negar, muestra lo que preferimos de la forma más sencilla.

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