¿Estamos listos para reinventar la manera en que aprendemos?

Los últimos años han significado un antes y un después en nuestras vidas debido a sucesos tanto en el ámbito educativo, productivo, social, como el ambiental, que nos han obligado a modificar los modelos educativos con los que formamos a los jóvenes a través de competencias específicas. 

¿Cuáles son esos sucesos? Primeramente, la pandemia por Covid-19, que evitó que todo el sector educativo pudiera tener sesiones presenciales de formación, con lo que nos vimos obligados a adaptarnos y generar un sinfín de alternativas de educación a distancia en diversas plataformas a través de un trabajo colaborativo.

Por otro lado, la incorporación de inteligencia artificial viene a dar una de las mayores sacudidas en nuestro estilo de vida. Fue a finales del 2022 cuando la empresa OpenAI lanzó su producto ChatGPT, y detrás de él han venido muy diversas actualizaciones, nuevas versiones con aplicaciones en las diferentes áreas del conocimiento, y las empresas más grandes del mundo, como Google, no se han quedado atrás.

Con estas herramientas, la eficiencia en el trabajo puede incrementarse enormemente, siempre y cuando haya quien las domine, y será una gran barrera para los profesionistas que se mantengan al margen de estos desarrollos.

En un aspecto más local, como consecuencia de la crisis ambiental en la que nos encontramos, este último año hemos padecido el gran problema de la escasez de agua, que nos impulsa a tomar medidas de disminución en el consumo de este recurso en todos los sectores: doméstico, servicios, industrial y agrícola, y a la vez, identificar alternativas de mayor aprovechamiento, tratamiento y captación.

¿Cómo debe ser la educación entonces? Debe, a mi juicio, incorporar en su formación el uso activo de la inteligencia artificial, buscando lograr objetivos de aprendizaje mucho más altos; eliminar barreras de tiempo, idioma y distancia con las herramientas de comunicación remota, de forma que las personas tengan la capacidad de acceder y generar estos formatos.

Asimismo, debemos formarnos en ciudadanía. Ser mucho más participativos en la sociedad, y no solamente ver pasar a quienes toman las decisiones por nosotros sin cuestionarnos si se pudiera hacer de otra forma mejor y, por supuesto, reforzar la formación ambiental, tanto en lo referente a la toma de conciencia de la problemática, como en la generación de alternativas de mitigación del daño.

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