“Papel, cartón y madera, plástico vidrio y metal, basura que no es basura, tenemos que reciclar”. Quienes vivieron en la ciudad de León en los años 90 recordarán este jingle, que invitaba a la población a separar los residuos, y aquellos reciclables, sacarlos los miércoles, porque ese día no se recogería basura, sino material con posibilidad de ser reciclado.

La población tardó unas semanas en acostumbrarse, pues tras de un par de miércoles en que el camión de colecta no se llevaba la basura porque no estaba separada, todos aprendimos, y se logró un alto porcentaje de separación.

Es inconcebible que algo que funcionaba bien se haya dejado perder, y a treinta años de aquella iniciativa, tengamos que volver a empezar. Existen algunas zonas de la ciudad en las que actualmente, en determinado día de la semana, pasa un camión recolector de residuos como latas, envases, aparatos electrodomésticos en desuso, colchones, fierro viejo, etc., pero no existe un esfuerzo unificado.

Como sociedad debemos organizarnos para incrementar el porcentaje de residuos reciclados, y con ello, disminuir el impacto ambiental por la basura generada, además de reducir la explotación de materias primas vírgenes. La alternativa que veo más viable es que desde las escuelas se dé la iniciativa. Es ahí donde es posible formar a los niños, que a su vez, educarán a sus papás en la separación de basura.

Esto debe funcionar en dos vías: la primera, realizando una correcta gestión de residuos en la propia escuela, y la segunda, siendo esta un centro de acopio de los desechos que no son basura de las familias que conforman la comunidad educativa, mismos que al venderse, permitirán obtener un ingreso extra, que podrá, de preferencia, ser reinvertido en proyectos de sustentabilidad.

En lo que corresponde a la gestión de residuos en la escuela, sugiero desaparecer (así como en todos los sitios públicos), los basureros separadores que dividen la basura en orgánica e inorgánica, pues esta nomenclatura no es clara, y terminan por no servir para el fin que fueron creados.

Mi sugerencia es tener recipientes diseñados de forma explícita para determinados objetos, como puede ser, una caja de cartón para papel, un cilindro en forma de lata para las latas (y si estuviera acompañado de un compactador, mejor aún), otro contenedor con forma de botella para los residuos de PET y plástico, etc. De esta forma, no habría lugar a dudas, y la separación sería sumamente sencilla. ¿Cuándo empezamos?

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