Cuando escuché por primera vez que cada uno de nosotros somos una marca personal, me obligó a analizar cada palabra y lo que significa. En el día a día estamos rodeados de marcas de distintos productos y servicios, y tenemos una referencia de cada una de ellas, buena o mala.
Y es ahí donde comencé a interiorizar que cada etapa, cada experiencia, social o laboral, cada conocimiento, cada relación humana, cada hábito que tenemos forma parte del desarrollo de nuestra marca personal.
La educación sin duda es lo que nos forma toda la vida, especialmente al referirnos a la que recibimos en casa desde pequeños, a los estudios académicos y al civismo, pero también a la autoenseñanza y las experiencias que vivimos de manera independiente o colectiva, en el trabajo o en algún club social, de lectura, etcétera.
Cada empresa al igual que nosotros nace, crece y se reproduce y en cada etapa hay logros y errores que ocasionan que el consumidor opine sobre ella, para bien o para mal. De ahí que una mala atención, un mal gesto, una descortesía o un defecto en el producto o servicio repercute en la percepción del cliente y en la mala o buena recomendación que podamos hacer. Y nuestra opinión no es sobre la persona que nos atendió, sino sobre la marca, de tal forma que afectamos o beneficiamos a la institución.
Una organización habla por sí sola con su estructura y sus procesos, de selección del personal, de inducción y capacitación, de producción y de atención al cliente. Dicha “educación” inicia desde la forma de cómo capacitamos al personal en su posición o rango, de la forma de planear, de ejecutar, de supervisar, de comunicarnos con nuestros compañeros y/o usuarios, según sea el caso.
Esto nos lleva a generar en las empresas diversos protocolos y manuales de relaciones públicas para que el reflejo de lo que somos adentro se perciba en el exterior con nuestro público objetivo, buscando que la percepción exterior sea positiva y esta a su vez nos lleve a tener una reputación intachable.
Recordemos que la buena reputación dura muchos años trabajándose y requiere de un segundo para desmoronarse y echar todo abajo.
Y tú, ¿eres consciente de tu reputación? ¿Eres consciente de cómo educas al personal en tu empresa? Si no es así, requieres de un especialista que te asesore.