Por Hugo Rimada
IPMA D, PM2 Advanced
Como lo mencioné en el artículo anterior, si tu ingreso al mundo de la Administración de Proyectos fue tan abrupta como al resto de nosotros, siguiendo simplemente tus instintos, es momento de pensar en una formación seria en este campo.
Iniciemos por comprender que existen dos importantes vertientes de acuerdo a las principales organizaciones mundiales dedicadas a formalizar la dirección de proyectos.
La primera vertiente la componen los estándares, que establecen medidas, normas o criterios que se acuerdan en grupos u organizaciones internacionales.
En Administración de Proyectos, como en muchas de las normas, se cuenta con la que desarrolló la International Standard Organization (ISO) como ISO 21500. De allí se parte el estándar más extendido hasta hoy por la Project Management Association (PMI) con sede en los Estados Unidos.
El PMI edita la “biblia” de casi todos los directores de proyecto, el PMBOK. Esta publicación es una recopilación de las mejores prácticas de procesos y procedimientos que se han trasladado hacia estándares y se han extendido e influido en este sector por muchos años.
Sin embargo, existe también el estándar de competencias del International Project Association (IPMA) con sede en Países Bajos, pero representa a la Comunidad Europea, que describe el estándar de los conocimientos, habilidades y actitudes que los directores de proyectos deben cultivar. Por su parte, en México existe la NOM de proyectos que elabora el Instituto Mexicano de Proyectos.
La segunda vertiente contiene las metodologías, que son guías para simplificar el uso de las mejores prácticas descritas. Aquí tenemos la metodología Prince 2 nacida en el Reino Unido, y las muy recientes metodologías lean o esbeltas como la PM2 con sede en Bruselas o el P3.express.
Ahora bien, mi sugerencia siempre ha sido que el mejor camino de tomar para ser un profesional de los proyectos, inicia por entender la diferencia entre un estándar y una metodología, para darle su justo lugar a cada uno y no iniciar este camino en el lado equivocado.
Si lo transferimos a términos religiosos, será muy complicado leer completamente y hacer uso de la Biblia sin haber ido a catecismo. La Biblia contiene los estándares requeridos para ser un buen feligrés, pero para entenderlos y ponerlos en práctica, se requiere una metodología para poder aplicarlos.