Desde un equipo ficticio de futbol que protagonizó una serie de Netflix, catapultado a la realidad, hasta otro que vende sus acciones, a través de una moderna, pero sobretodo confusa criptomoneda. No es fácil explicar lo que ha ocurrido en nuestra querida y a veces insólita Liga MX, pero mi labor, como siempre, es terminar con tus dudas.
Cuando en el catálogo de Netflix apareció “Club de Cuervos”, significó un bombazo mercadológico. A lo largo de 4 temporadas, el equipo cautivó y enamoró a los mexicanos, para quienes cada capítulo, era equivalente a ese “día sagrado” en el que juega el club de sus amores y las risas, eran el sinónimo de los goles.
Dos años más tarde, en la liga profesional de futbol mexicano, el San Luis, equipo propiedad del poderoso Atlético de Madrid de España, culminó una temporada de pesadilla. Gracias a la abolición del descenso, pagaron una multa de 120 millones de pesos y entonces, comenzaron los rumores: “San Luis será vendido a un grupo de inversionistas en el que se encuentra Carlos Alazraki, propietario de la marca “Club de Cuervos”.
Las risas se hicieron presentes, hasta que el mismo Carlos Alazraki declaró: “ya lo compramos”, y todo explotó cuando remató con “ustedes ya saben”, al ser cuestionado por el nuevo nombre del equipo, dando a entender que daría vida a los Cuervos de Nuevo Toledo.
Al final, la falta de inversionistas locales y el vencimiento de la fecha límite para hacer el traspaso, fue lo único que evitó que el Atlético San Luis desapa-
reciera. Los Cuervos ya amagaron y tal vez no ahora, pero sí pronto, regresarán a la carga en busca de darle vida al equipo que causó un “boom” en el marketing.
Por otra parte, ¿sabías que podrías ser propietario del 1% del histórico Club Necaxa, por al menos 1.3 millones de dólares? Necaxa se ha hecho de un nuevo grupo de inversionistas entre los que se encuentran la actriz Eva Longoria y el futbolista alemán Mesut Ozil. Aunque tengo que aclararte: no podrás influir en las decisiones del equipo ni podrás revenderlo, digamos que adquirirías un “porcentaje simbólico”.
Sin lugar a dudas, nuestro futbol mexicano, de vez en cuando coquetea entre la delgada línea de la realidad y la ficción.