Hace 11 años que pisé por primera vez Nepal y se convirtió en uno de mis lugares preferidos del mundo gracias a su magia incomparable. También, hace varios años que descubrí la montaña y encontré una de mis más grandes pasiones. Este deporte me ha regalado amistades de vida, es por eso que regresar a este país y recorrer sus montañas se convirtió en un sueño.
Por fin, después de una larga espera y preparación, se me dio la oportunidad de cumplir este sueño, que era llegar al campamento base de la montaña mas alta del mundo. Estaba consciente de que no iba a ser fácil, pero también segura de que sería una experiencia que me cambiaría la vida.
Para comenzar el viaje hay que volar a Katmandú, que es la capital de Nepal. Llegué a Katmandú y me quedé sorprendida de cómo quedó después del terremoto en 2015 donde la mitad de todas las casas quedaron destruidas y
el 80% de los templos dañados. Aún no se han podido recuperar, pero la esencia y magia de la ciudad sigue siendo la misma.
Fue increíble esta vez, ya que por la pandemia se otorgaron ciertos permisos para poder accesar al país y la mayoría de estos fueron para los alpinistas profesionales cuyo objetivo principal era subir el Everest y otras montañas de más de 8 mil metros sobre el nivel del mar. Así que las personas que conocí en Katmandú fueron una pieza importante de este viaje, fue emocionante escuchar sus historias y motivaciones.
Katmandú es una cuidad que desde que fui por primera vez, quedé cautivada por sus calles, casas, templos, mercados y sus leyendas. La estupa de Boudhanath es uno de mis lugares preferidos de la ciudad, les recomiendo que lo visiten con tiempo para que puedan contemplar cada uno de los rincones y también vale la pena subir a alguna de sus terrazas para ver el atardecer con una copa de vino o una cerveza local.
Otro de los atractivos que más gustan son las Durbar Square, tanto la de Katmandú como la de Patan, aunque muchos de los edificios quedaron afectados por el terremoto. También te sugiero visitar el Templo de los Monos para completar la visita a la capital.
Por último, Pashupatinath que es el templo hindú más antiguo de la ciudad y uno de los centros de peregrinacion en Nepal. Pashupatinath es de esos lugares de los que necesitas horas y horas para quitarte de encima la conmoción que te deja en el alma y es de los lugares que más me han impactado en la vida.
Esta vez nos alojamos en Thamel, el corazón viajero de la ciudad. Es en ese barrio ruidoso y caótico donde uno puede encontrar multitud de
restaurantes; tiendas en las que comprar artesanías, supermercados y pequeñas tiendas de alimentación, además de infinidad de hoteles. Es el paraíso para los que nos gusta hacer senderismo.
Antes de comenzar la aventura al Everest decidí, junto con mi grupo de amigas, irnos a relajar unos días a Chitwan, que está en la región sur del país y otro de los lugares que considero imprenscindibles de visitar. Llegamos al Hotel Taj, el cual recomiendo ampliamente, además de la hospitalidad y cómo los locales te hacen sentir en casa es algo único.
En Chitwan hay una paz increíble y es una oportunidad única de ser testigo de la vida salvaje en todo su esplendor. Podemos observar rinocerontes de un solo cuerno y elefantes de dos metros de altura, que sirven como transporte de los locales. No nos tocó ver tigres de Bengala, pero es otro animal que puedes encontrar en la región.
Después del viaje a Chitwan, regresé junto con mi grupo a Katmandú y aprovechamos para hacer las últimas compras antes de comenzar la aventura a la montaña más alta del mundo.