A lo largo de la historia las ciudades se han enfrentado a muchos desafíos, cambios, conflictos, pero siempre debemos tener en mente que el futuro, al igual que nuestro pasado, siempre será la urbanización. Nuestra naturaleza humana y nuestros procesos cognitivos nos han indicado que, para progresar necesitamos trabajar de forma colaborativa, crear puentes e impulsar colectivamente las acciones de nuestro futuro.
Incluso cuando las vacunas contra el COVID-19 ya se están administrando, la pandemia sigue estando presente en todo el país. La mayoría de las ciudades enfrentan desafíos que no se habían presentado durante al menos una generación: negocios cerrados, gente sin empleo, limitadas actividades al aire libre, por mencionar algunas.
El sentimiento de vacío ha impregnado los principales puntos de las ciudades, sin importar su locación. A medida que los trabajadores de oficinas continúan quedándose en casa, los ecosistemas industriales enfrentan desafíos abrumadores. ¿Qué nos depara el futuro?, ¿cuándo y cómo nuestras ciudades van a recuperarse?
En particular las ciudades más importantes podrán crecer, e incluso fortalecerse viendo la otra cara de la pandemia. Se tendrá que apostar por continuar construyendo lugares más habitables y amigables donde el comercio pueda prosperar y las personas puedan usar bicicletas, patines, o andar a pie para moverse. En otras palabras, las ciudades deberán seguir apostando por los proyectos verticales.
El COVID-19 nos ha obligado a repensar la forma en que vivimos y debemos aprovechar este apetito por el cambio. La tecnología continuará moldeando y cambiando nuestras vidas en todas las ciudades con resultados en la fuerza laboral y la vida cotidiana.
Los proyectos verticales pueden ofrecer a las ciudades mayor viabilidad, sustentabilidad y resiliencia, ya que las tendencias que los acompañan resultan ser más amigables con las necesidades de los usuarios y del ambiente que los rodea.