A lo largo de nuestra vida hemos tenido ciertos momentos que nos han llevado a pensar y hacernos la pregunta, ¿por qué soy como soy? Y esos instantes se detonan generalmente porque no te sientes cómodo con tu forma de ser.
Probablemente estés tan habituado a sentirte enojado, deprimido, inseguro o infeliz, que hasta piensas que ese estado forma parte de tu naturaleza. Si esto te ha sucedido, quiero decirte que tu personalidad se forja por las experiencias que has vivido y no por una preprogramación que se establece en el cerebro durante tu concepción.
Los genes establecen las bases, pero no son determinantes en el establecimiento de nuestra personalidad, entendiéndola como el conjunto de rasgos y cualidades que configuran la manera de ser de una persona y la diferencian de las demás.
Por eso quiero que te des un minuto y pienses: ¿cuáles son tus reacciones y respuestas en un día normal? ¿Juzgas, discutes, te enojas y te la pasas quejándote de cómo todo te pasa a ti?
Si recapacitas es probable que al final pienses que es tu forma de ser. Es como aquel que tuvo una mala experiencia con una pareja que le engañó y entonces determina que debe ser muy cuidadoso. Por lo que, pensando que siempre quieren aprovecharse, se vuelve calculador, huraño y miedoso con sus nuevas relaciones. Y así de pronto, ahora es una persona con un rasgo de personalidad “reservada y desconfiada”
Si te das cuenta, los paradigmas que definen tu personalidad son resultado de las experiencias relevantes que has vivido y, al dejar una huella en el inconsciente por medio de emociones fuertes, condicionan a tu cerebro racional a actuar basado en ellas. Por eso es tan importante saber qué es lo que tenemos en él.
De acuerdo con diferentes estudios se ha identificado que solo el 5% de nuestra mente es consciente. Entonces ya te imaginarás cómo todo lo que tenemos guardado en el 95% restante define como respondemos a nuestro entorno.
Desde el nacimiento y hasta los dos años todo lo que percibe el bebé se va directo al inconsciente. De los 2 a los 5 – 6 años viven en el reino de la imaginación y muestran pocos matices de pensamiento crítico y racional.
Por esta razón, los niños pequeños tienden a aceptar lo que se les dice. Esta etapa es vital porque es cuando más influyen las enseñanzas, miedos y fobias de los adultos.
De los 6 a los 8 años se comienza a formar su mente analítica que le permite interpretar y extraer conclusiones sobre las leyes del entorno. De los 8 a los 12 años se termina de establecer el pensamiento analítico, que es la compuerta entre lo consciente e inconsciente.
Y a partir de ahí con lo que tenga guardado en su inconsciente comenzará a establecer las reglas que determinarán su personalidad. De hecho, los psicólogos afirman que a los 35 años nuestra identidad está completamente formada.
Finalmente, te reto a que identifiques los paradigmas que tienes y las experiencias que los generaron, porque al hacerlo consciente, tendrás la oportunidad de cambiar tu subconsciente y así transformarte en la persona que quieres ser.
Fuentes
James Evans y Andrew Abarbane. (1999). Introduction to Quantitative EEG and Neurofeedback. San Diego: Academic Press.
Joe Dispenza. (2012) Breaking the habit of being yourself. Hay House.