A inicios de los años 20’s, en Estados Unidos ya se comenzaba a erigir aquel lugar en el sur de Los Ángeles que daría cabida a una de las industrias más poderosas y redituables de tal país: Hollywood.
Los grandes productores y sus estudios cinematográficos descubrían en ese nuevo y cautivante fenómeno narrativo, la capacidad de hacer que cientos de miles de personas abarrotaran una y otra vez salas de cine a lo largo y ancho del mundo.
Tan solo en México, gran consumidor del cine hollywoodense, en 2019 se registraron en taquillas un poco más de 19 mil millones de pesos; más de 350 millones de boletos vendidos. Y más de un 90% fue recaudado en la proyección de las grandes producciones de Hollywood. Además, en ese mismo año salió a la luz la última entrega de la ultra redituable saga
Avengers: endgame, que rompió récords con ganancias superiores a los 2,800 millones de dólares a nivel mundial.
Entonces, este fenómeno multimillonario es una cuestión con múltiples aristas. El cine al que se le ha apostado el dinero suficiente para asegurar que la inversión dé varias vueltas, es el que acapara la mayor cantidad de salas, y no necesariamente este cine será el de la más alta calidad narrativa.
El grande de la revolución del nuevo Hollywood de los años 60, Martin Scorsese, criticaba ácidamente este fenómeno cinematográfico al compararlo con un parque temático de diversiones, que privilegia la experiencia de entretenimiento, que se aleja cada vez más de los apasionantes orígenes del cine y su esencia fundamental.
En sus propias palabras, “existen personas en la industria con una absoluta
indiferencia sobre el aspecto artístico y una actitud displicente y posesiva —una combinación letal— sobre la historia del cine. Lamentablemente, la situación es que tenemos dos campos separados: el entretenimiento audiovisual mundial y el cine”
Scorsese, Martin. (11 de noviembre de 2019). A qué me refiero con que las películas de Marvel no son cine. The New York Times. www.nytimes.com
En pocas palabras, mientras tengamos el valor de voltear hacia otros caminos cinematográficos, que seamos capaces de voltear hacia la esencia del cine y las historias, mantendremos vivo al gran arte de la pantalla, más allá de la gran industria que a veces parece, apunta por verlo morir.