¿Qué dirían Frida Kahlo, Van Gogh o Los Beatles si vieran la venta de millones de productos en todo el mundo con su obra y su imagen? Todas reproducidas sin ningún escrúpulo y desde luego, sin pago alguno para ellos o sus descendientes.
La piratería es uno de los negocios más lucrativos en el orbe, fuente de millones de empleos y ganancias en todas las monedas. Viendo esto, es difícil creer en el derecho de autor como una cuestión de protección.
Sin embargo, es un derecho inherente al creador de cualquier disciplina literaria, artística, musical, científica o didáctica y que nos da la oportunidad de defender nuestro trabajo como legítimo y este no tiene caducidad, ni transferencia; es inherente a la obra y al autor, derecho moral.
Al registrar una obra ante INDAUTOR, también se nos brinda la oportunidad de comercializarlo de forma legal y ordenada; desde luego comercializarlo y recibir ganancias monetarias en forma de regalías o pago por obra, por tiempo o por proyecto, es decir, derecho patrimonial.
En México, el derecho de autor se comenzó a utilizar a partir de 1846 como una serie de leyes que protegían las ideas y el arte de aquella época; derivado de las leyes de derecho de copia de la Reina Ana de Gran Bretaña en 1710.
Hoy en día existe una manera fácil, rápida y económica de recurrir a este derecho a través del Internet, en donde se solicitan algunas copias de la obra original, un par de documentos de identidad y el pago, (hasta el día de hoy, de no más de $300 pesos) por una obra, una colección o una serie de obras.
Obviamente para más información hay que entrar en la página www.indautor.com.mx y tras sencillos pasos y una espera de 15 días hábiles se accede a los derechos que lo avalan como autor de una obra. Si bien, la piratería busca huecos y sombras en la ley de derechos de autor, es mejor siempre poder defenderse que solo mirar cómo pasa nuestra obra y sus ganancias frente a nosotros.