Las cantinas de México y su arquitectura

Por Dr. Salvador Zermeño Méndez

Las cantinas de México son su alma, lugar de encuentro de la diversidad de ideologías y clases sociales que surgen a inicios del siglo XIX; ritual del tequila, el mezcal y el pulque para mitigar el sufrimiento y vivir el goce.

Son espacios de botanas exóticas y caseras que se sirvieron desde la Revolución Mexicana. Aparecen con la intervención norteamericana, al estilo arquitectónico del viejo oeste con decoraciones victorianas. Al triunfo de Juárez y los liberales, los vinos de las cavas de Maximiliano y la confiscación de los decorados de sus casas imperiales, pasaron a ser parte de las cantinas de México. Dando atmósferas muy ricas al mezclar los estilos eclécticos, art decó, art nouveau, neocoloniales, vernáculos o modernos que se fueron fusionando.

Entre las cantinas más antiguas y de tradición, se encuentra La Ópera con su decoración art nouveau, La Faena con toques taurinos y eclécticos, La Peninsular de 1872  en la CDMX; El Incendio en Guanajuato con su mingitorio en la barra; La Bomba en Veracruz de arquitectura blanca y colonial; la tradicional Lontananza en Monterrey; El Luchador en Querétaro de estilo ecléctico; El Movimiento con ring de box  y el Panteón Taurino con su ruedo de mesas en forma de lápidas de toreros  en León, Guanajuato; la vernácula La Sin Rival en Guadalajara y La Antigua Paz de Chihuahua de estilo art decó.

Las cantinas se convirtieron, como los cafés, en un atractivo punto de encuentro para intelectuales de México como Salvador Novo,  Carlos Fuentes, Carlos Monsiváis o José Luis Cuevas. Y unieron a todas las clases sociales contando sus penas en la algarabía de la vida.

Las nuevas cantinas empezaron a ser decoradas con una arquitectura que de fusiones evocan y resignifican la mexicanidad vernácula, con toques vintage y posmodernos, generando ambientes únicos, donde la espontaneidad son las pautas del diseño.

 

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